Los primeros restos descubiertos del Compsognathus consistían en un esqueleto casi completo, y en un excelente estado de conservación, proveniente de la caliza de Riedenburg (cerca del lugar donde se halló Archaeopteryx), en el Sur de Alemania. Se desconoce la localización exacta del descubrimiento porque el doctor Oberndorfer, que recogió el primer espécimen a finales de la década de 1850, no fue preciso a la hora de describir el lugar, quizás no quería que cualquier otro aficionado le quitara protagonismo.
Riedenburg
Desde entonces, solo se han encontrado dos restos más, uno en el mismo lugar que el primero, que consiste en algunos huesos de los pies; y otro casi completo, hallado cerca de Niza, en el sur de Francia.
Comparación entre el espécimen francés (naranja) y el alemán (verde)
El primer esqueleto de Compsognathus es, sin duda, el más conocido. El profesor John Ostrom, de Yale, ha descrito este espécimen hace poco: representa un animal de unos 70 cm de longitud, echado sobre el costado derecho. Es posible que los huesos de los dedos, que se hallaron dispersos, fueran removidos por corrientes de agua antes de la fosilización; asimismo, hay pruebas de que el vientre del animal estalló en la descomposición, quizás por los gases.
Espécimen alemán
El cuello estaba tan curvado que la cabeza quedaba encima del lomo, pero ese es un rasgo típico en los dinosaurios y las aves, ya que los músculos del cuello, al secarse tras morir, se contraían hasta generar este efecto. Pero eso no es todo, dentro del esqueleto, se encontraba el esqueleto de un pequeño reptil, apodado Bavarisaurus (reptil de Bavaria).
Detalle del vientre del espécimen, que muestra los huesos de Bavarisaurus (en gris, destacando sobre las vértebras y costillas)
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